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Actualizado el 31 de Diciembre de 1969


Secretos de Vida: ¿Cerrar o Abrir Puertas?


LA ADULTEZ, SEGUNDA PARTE.

La vida es un largo camino donde se abren y se cierran puertas constantemente teniendo la convicción de saberlas cerrar a tiempo y con la experiencia obtenida poseer la fuerza de abrirlas para un nuevo comenzar.

En la juventud se posee fuerzas.

La mediana edad se caracteriza por el ímpetu de caminar por nuevos rumbos.

Pero… en la adultez cuestan ambas cosas, porque es difícil transitar por huellas desconocidas.

Nos preguntamos los porqués que a veces tienen respuestas y otras no.

Los afectos primarios, el entorno, los vínculos sociales y principalmente la familia que acrecienta día a día, donde cuesta en esa edad realizar el acto de abrir nuevas puertas.

Las personas se vuelven más sensibles, emotivas, vulnerables, sus estados anímicos corren y vuelan como las hojas en otoño, las manías, hábitos y costumbres se acentúan, algunos ven fantasmas oscuros y otros hadas milagrosas.

Se movilizan rencores de un algo o alguien de un pasado ya vivido, comenzando los miedos y el temor oculto a la adultez avanzada, enfermedades, a la soledad deambulando con ondas negativas porque su YO interno está colmado de pensamientos o films imaginarios nocivos, prefiriendo el aislamiento, creyendo que es mejor cerrar con candado la última puerta ya que están cansadas de abrir nuevos horizontes.

En la adultez es donde se debe borrar el “no puedo” reemplazándolo por “si puedo”, reflexionando que los años acrecientan la sabiduría y es el momento de transmitirla a las personas que necesitan el conocimiento, experiencias, habilidad y buscan apoyo para ser escuchadas, contenidas, detenidas en un oscuro pozo o anhelan un impulso para seguir viviendo.

Las experiencias y exploraciones vividas deben ser enseñadas a los semejantes empleando dos palabras: detener – empujar, que ayudan al entorno para la toma de decisiones a las personas que transitan en la misma edad y que le es difícil concretarlas porque les cuesta innovar.

Las personas, a través de los años, se preocupan que lo que realizaron el año anterior, quizás no lo pueden realizar en el hoy, hechos, circunstancias, acciones que se van acrecentando con los años y comienza la angustia al verse limitados en muchas de sus actividades.

Si esa limitación es física, sabemos que un buen Profesional la solucionará en la medida que se pueda y si es psíquica, es que la mente la preparó para el “no puedo” o “para qué” o “ya estoy viejo”… Es el momento que deben pensar, analizar, reflexionando que la vida continúa y es el YO interior el que decide mejorar la calidad de vida o quedar inmerso en la nada.

Aún en la adultez avanzada se debe abrir siempre esa última puerta cerrada y pensar que lo poco o mucho de vida que queda merece ser vivirla de la mejor forma posible. Sin advertir, que aunque cerró con candado esa última puerta pensando que es un adiós al pasado, siempre ese “antes” va a influir en el “ahora” porque los recuerdos, sueños, hechos, van mutando entre el ayer y el hoy.

Pensar, analizar, reflexionar…

Ejercita continuamente tu mente, no la dejes en silencio.

Realiza crucigramas, ejercicios mentales, adivinanzas, juegos, lee y si no recuerdas lo leído, acostúmbrate a resumir lo leído en un escrito, de ese modo ejercitas no sólo tu mente sino también tu escritura, vocabulario, gramática, ya que el escribir ayuda a memorizar.

Lo más positivo no es buscar un nuevo trabajo, sino hacer algo de tu afición o de tu pasión personal, es decir, dar la espalda a tu antigua vida de trabajo y a ese personaje que interpretaste durante tanto tiempo, y haz algo totalmente nuevo y diferente que llene tu vida, ya que no es bueno hacer siempre lo mismo porque se entra en la rurtina que se presta al aislamiento en la etapa que más se necesitan los vínculos, afectos, comprensión y valorización del entorno.

A veces es muy tentador aislarse y restringir tu vida cuando llegas a la adultez encerrándote cada vez más, pero, no lo hagas porque te acostumbrarás a esa soledad tan dañina en el momento que más se necesita estar conectado a la sociedad, familia, amigos, donde se puede ir adquiriendo modernos adelantos en tecnología, noticias, etc. para no anclarse en un pasado desvinculándote del presente.

Debes ejercitar las facultades sociales con la misma intensidad con la que ejercitas tu cuerpo si queremos vencer esa corriente que va en contra y tiende a llevar una vida luctuosa que afecta a tu entorno íntimo.

Cuidar y preservar los amigos y unirse más que nunca a la familia, que quizás por trabajar se descuidaron en su momento.

Al llegar a esta etapa se debe reconocer que no todas las personas son perfectas o como quisiéramos que fueran porque nos volvemos más crítico e irritables a medida que envejecemos. Pero recuerda que no puedes permitir perder un amigo o el bienestar hogareño por conflictos o entredichos cruzados.

No tomes la jubilación o el enfrentamiento con la adultez como unas largas vacaciones, porque puede tratarse de un periodo que quizá dure varios años.

No repitan las frases tan comunes: “Ya trabajé demasiado”, “que trabajen otros”, “quiero descansar”…

Y yo les pregunto: ¿Descansar, es aislarse en una nada?

Analizar… ¿Soy viejo/a? ¿Me siento viejo/a? o ¿Quiero ser viejo/a?

Sólo tu mente y tu YO interior podrán responder esas preguntas…

Mercedes Davire


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