Secretos de Vida: La vida es un teatro 9no. Capítulo

El ímpetu de Elizabeth, periodista y psicóloga, que analiza los personajes, detrás del telón del teatro, donde se desarrolla la obra “La vida es un teatro”, es visitar un circo para entrevistar al “Payaso”.

Conversó pocos minutos con él. La algarabía, ruidos, aplausos, muchedumbre, impidieron realizar una conversación entre ambos, pocas palabras lograron intercambiar. “El Payaso” acudió al día siguiente al domicilio de Elizabeth.

Elizabeth y William (El payaso)

Caminaba sin rumbo, mis pasos eran lentos y mi mente giraba como las agujas del reloj. Pensaba en la tristeza de William, sus culpas, arrepentimientos, desazón, rencores, resultándome difícil encontrar una solución.

Analicé el lado A y B de la situación.

El lado A: extraer de su mente esas emociones y sentimientos nocivos que lo atormentaban.

El lado B: el reencuentro con sus hijos.

Llegó puntual, su palidez y sus ansias de dialogar eran relevantes.

_William, deseo te sientas cómodo y comiences a hablar. Ya me contaste tu historia sin final que escondías dentro tuyo durante tantos años, pero hay otros problemas que te ponen irascible.

_Elizabeth, en los primeros años de separación con mi familia, sentía odio, bronca, impotencia, colocándome en el papel de víctima en manos del victimario, que era mi esposa, al negarse acompañarme en esa gira Internacional, que sería la cumbre de mi trabajo. Ella partió con “mis hijos”. Ahora, siento culpas.

_ ¿Por qué te boicoteas con culpas?...

_Porque no supe valorar la vida, la familia, los hijos. Era más fuerte mi ego omnipotente que el resto de las cosas. Sólo anhelaba el éxito, los aplausos, la fama, la gira Internacional que me ofrecían.

Viajé por innumerables países, acumulé fortunas que no tengo con quien compartir. Ahora reflexiono que fui culpable de mis propios errores.

_Admitir los errores, sentirse culpable son evidencias positivas de poseer las fuerzas de realizar un cambio.

_ ¿Un cambio? ¿Para qué?...Si ya todo lo perdí – dijo con melancolía, sintiéndose un soldado que perdió la batalla.

_La culpa, es uno de los sentimientos más negativos que puede tener el ser humano. Es la diferencia entre lo que hice y que debería haber hecho, lo que quiero y lo que debería querer. Siempre la culpa va acompañada de la palabra “debería”…Es un sentir que paraliza, impidiendo avanzar. Es bronca, ira, impotencia contra uno mismo. Es una voz interna que atormenta desde el despertar, que destruye y hace recordar el hecho que se desea olvidar.

_ ¿Cómo se hace para borrar tantas culpas? – preguntó William con ansias incontrolables.

_En los primeros años, la culpa de la desunión familiar, la atribuías a ella. Al correr el tiempo fuiste reflexionando que tu arrebato por el éxito mató el amor familiar. Ni el poder, ni la fama, ni el dinero, dan la felicidad. Esa emoción tan significativa sólo se encuentra en la familia, los lazos humanos, los vínculos, el contacto diario con los hijos. En el hoy, te encuentras con una soledad interior que mata, rodeado de aplausos, éxitos, alabanzas, pero…con una fortuna que no tienes con quién compartir.

_Ya perdí todo…-dijo con un fuerte sollozo.

_Si decides realizar un cambio en el ámbito personal y laboral, puedes encontrar otro camino que te conduzca a tus hijos. Quizás, la pareja está perdida, pero hijos siempre te van a esperar, escuchar y comprender.

_Deseo encontrarlos, verlos. Mi ansiedad y dolor, no resiste esta ausencia. – Su rostro bañado en lágrimas, sus ojos nublados, manifestaban su intenso dolor.

Lo miré azorada, percibí su anhelo al cambio. Esa vida rodeada de muchedumbre y aplausos, lo habían cansado. Temía en mi interior, sugerirle el plan B, pero al observarlo, advertí que era el momento propicio.

_William, no lo decidas ahora, sólo deseo que lo pienses, analices el pro y el contra, reflexiones mis sugerencias y únicamente acciones cuando estés seguro del cambio a realizar. Nadie puede aconsejarte, sólo tú eres el dueño de tu vida y de diseñar tu futuro.

_Elizabeth, estoy dispuesto a todo. Esta vida me cansó. Anhelo, sueño con busca a mis hijos.

_Puedes renunciar a las interminables giras, pero no a tu profesión. Ubica a tus hijos, vive cerca de ellos. Es un largo proceso, delicado, pero no imposible. La parte laboral puedes reemplazarla con actuaciones en un teatro, que con la fama adquirida, será muy fácil y sencillo. Los hijos son las ramas que se bifurcan de un árbol con fuertes raíces. Ellos desean también conocerte, verte, compartir momentos con ese padre que lo van a saber comprender. BÚSCALOS… No me des respuestas, sólo tu Yo interior te indicará el futuro.

Me miró, sus ojos habían cambiado, su angustia se calmó.

_Elizabeth… ¿Cuándo vuelvo? – preguntó con otro tono de voz, más firme y fuerte.

_Cuando estés seguro de tu accionar.

Lo vi partir, su caminar era apresurado, con pasos seguros…

El circo partió a otros destinos. Sólo espero conocer la decisión de William.

Me pregunto: ¿Siguió la gira ambulatoria? ¿Se quedó? ¿Decidió hacer un cambio? ¿Encontró los medios para encontrar a su familia? ¿Qué personaje eligió: el de Charly (el payaso risueño) o William, (el triste) buscando a su familia?

Hay muchos y variados hilos sueltos en mi mente:

1º) La decisión de William…

2º) El tratamiento de Micaela, la actriz principal de la obra, que sigue sufriendo ese adiós.

3º) El comienzo de los nuevos ensayos en la representación de “Romeo y Julieta”.

4º) La incógnita entre Stefanía (la dulce bailarina) y Daniel (el miedoso).

5º) Samuel, el Director, con actitudes diferentes conmigo.

En los próximos capítulos iré desenredando estás innumerables madejas con paciencia, dando lo mejor de mí.

Acompáñenme en esta ardua tarea, difícil pero reconfortante al ver sonreír a cada personaje.

Elizabeth, creación ficticia de Mercedes Davire de Llaver

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