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Actualizado el 31 de Diciembre de 1969


Secretos de Vida: “La Vida es un Teatro” 17mo. Capítulo


Amor… Celos… Manipulación…

En esas tres palabras se mezclan emociones y sentimientos que cuestan diferenciar. A veces se conocen y otras veces no se quieren aceptar.

Diferencia entre emociones y sentimientos

La emoción se exterioriza, sin poderla guardar. Hay emociones básicas como la tristeza, alegría, risa, llanto, ira, sorpresa. No se pueden ocultar porque tienen modificaciones faciales.

Emociones secundarias son la culpa, miedo, inseguridad, vergüenza, orgullo, soberbia, venganza, rencor, celos… Se sienten interiormente y se pueden ocultar o disimular.

Los sentimientos: amor, cariño, lealtad, fe… están dentro del Ser, se pueden ocultar pero están latentes y no varían de un momento a otro, a diferencia de las emociones, que en momentos se cambia de la risa al llanto o viceversa.

En la charla con Emy, le propuse que pensara en los conceptos “Amor”, “Celos”, “Manipulación”, y que analizara en cuál de ellos ubica a su pareja. Han pasado los tres días y la estoy esperando…

En esos tres días estuve muy ocupada con mis tareas. Con Samuel comenzamos a armar nuestra casa, trasladé muebles, ropa y cerré contrato de alquiler de mi departamento. Entre risas, alegrías, caricias, besos infinitos, estamos en los mínimos detalles, dejando una casa de muñecas. En el jardín hemos plantado flores, plantas, árboles y una glorieta con cómodos sillones para ver juntos el anochecer o el amanecer. Suave música se escucha en cada rincón. Mientras trabajamos, alegría de niños jugando al amor, el reloj gira demasiado rápido o excesivamente lento para que llegue el día soñado.

El timbre despertó mis sueños. Abrí la puerta. Era Emy… Mostraba un rostro calmo y dubitativo.

_ ¡Emy! Pasa, te estaba esperando – no había lágrimas en sus ojos y reflejaban un hilo de esperanza.

_ Elizabeth… no vengo sola. Carlos me acompaña. Está afuera y necesita decirte algo…

_ Hazlo pasar. Este horario es tu espacio, no el de él. Pero… no me niego a escucharlo.

Abrí la puerta con temor, esperando ver un monstruo en persona y lo que encontré fue un hombre desolado, desamparado, avergonzado, con ojos tristes y un llanto contenido.

_ Perdón por interrumpir, sólo necesito expresar mi dolor.

_ Pasa y siéntate al lado de tu esposa. Te escucho en silencio.

_ Soy un cobarde, la persona más dañina que existe, sólo hago sufrir a mi entorno. No controlo mis impulsos, me transformo con una fuerza interior incontrolable. Necesito ayuda, haré lo que sea necesario para reconstruir mi familia. Actúo violentamente, sin pensar las consecuencias, luego me arrepiento, cuando ya es tarde, comenzando mi dolor, vergüenza por el hecho consumado. Pido perdón, lloro sinceramente y sin existir un punto detonante, repito el hecho, una y mil veces. Me siento desequilibrado y no quiero perder a mi esposa e hija. Sólo pido ayuda… Amo a Emy. Sin ella, la vida no tiene sentido.

_ ¿Qué significa para ti, la frase que expresaste: “Amo a Emy” – dije en un tono suave, ¿invitándolo a reflexionar?

_ Siento unos celos obsesivos, acompañado del terror de que alguien me quite lo que es mío. Confío en ella, jamás actuó para que yo desconfiara.

_ Tienes conceptos equivocados que deseo aclararte. En primer lugar, ella es tu esposa, pero es un ser independiente y libre, no es posible que actúes con ese estado de posesividad. Hay dos clases de amor: “el benevolente”, que desea el bienestar del ser amado, y “el egoísta” que sólo piensa en sí mismo, sin importarle dañar a su pareja. Los celos son normales en todos los seres humanos y en cada etapa de la vida, comenzando en la niñez hasta la adultez avanzada, pero hay una línea que divide lo normal de lo anormal que son los celos obsesivos, con o sin motivos que destruyen a la pareja. Son emociones que se originan en la mente producidos por el deseo de posesividad, baja autoestima, manipulación, psicosis enfermiza de controlar y dominar a su pareja coartándole la libertad y colocándose en el papel de víctima, expresando que todo lo realiza por amor. Debes tener en cuenta que las personas no pertenecen a nadie, que somos seres individuales. Es ilógico e insano querer ser poseedor de alguien. Cada persona debe ser consciente de sus actos y es el Yo interior el que dictamine el accionar. Los celos obsesivos forman un círculo cerrado y vicioso, cuanto más se persigue, agobie, controle, vigile, sospeche sin causa real del ser amado, más pronto perderá al ser que supuestamente ama.

_ Elizabeth, tiene usted la razón con los conceptos explicados, pero, soy yo el que necesita ayuda… La golpeé dejándola sin conocimiento a la salida del teatro y huí como un cobarde. ¿Quién soy? ¿Por qué actúo así? ¿Qué hay dentro de mí?

_ Hay un despegue de tu eje ecuánime produciéndote ansiedad, ira, pensamientos cruzados, baja autoestima y tu mente mezcla esas sensaciones e impulsos como una coctelera que no los puede controlar. Al principio fueron agresiones verbales, ¿luego físicas y te has preguntado si esta situación llegase a convertirse en un femicidio?...

_ Sí… creo que, si llegase a ese punto, mi suicidio sería lo mejor – dijo con un largo sollozo incontenible.

_ Si pides ayuda, hay cuatro caminos a seguir, eres tú quien decida transitar por ellos – expresé con voz firme y decidida.

_ Estoy dispuesto a seguir sus indicaciones…

_ El primer camino: en forma urgente consultar con un psiquiatra para nivelar tus diferentes estados que marcan un desequilibrio interior, volcándose, por momentos, en la ira incontrolable, pasando luego al arrepentimiento.

El segundo camino: respetar, controlar y obedecer los fármacos indicados para el tratamiento por el profesional.

El tercer camino: consultar si es conveniente trasladarte a la casa de tus padres para evitar futuros actos peligrosos, dando tiempo hasta que te sientas seguro de poder compartir seguridad y paz con tu familia

El cuarto camino: extraer, desprender de tu mente esos celos obsesivos y posesivos que no sólo te dañan a ti, sino también destruyen el amor de Emy y que le causan miedo de tus reacciones. Un sendero que comienza con esperanzas y termina con la destrucción de la pareja.

_ Estoy decidido a transitar por estos cuatro caminos… Pero, necesito trabajar…

_ Lo puedes hacer perfectamente, ya que ese desequilibrio sólo lo tienes con ella, que corre peligro, al igual que tu hija.

_ Anhelo hacer una terapia con usted – dijo con voz suplicante.

_ La tendrás en el momento que logres escucharme. Hoy te encuentras dispuesto a obedecer, pero tu mente no puede pensar, analizar y reflexionar mis sugerencias. Debes sanarte psíquicamente de esos brotes repetitivos que alteran tus emociones. Cuando el psiquiatra lo indique, puedo atenderlos a los dos.

_ ¡Elizabeth!... ¿Entonces a mí me va a abandonar? – dijo Emy en un tono desolador.

_ No… contigo seguiré en las terapias indicándote cómo puedes ayudarlo. Desearía preguntarte algo: ¿realmente lo amas como para poder perdonar estos hechos alarmantes?

_ Si, lo amo, en mi interior lo perdono porque admito que está enfermo psíquicamente y esta separación lo llevará a reflexionar si puede vivir con nosotras. Tengo fe y esperanza.

_ Carlos… creo que escuchaste las palabras de Emy, que te darán fuerzas para caminar las cuatro oportunidades que tienes.

_ Está demás agradecerle a usted esta ayuda y poder expresar que amo a mi esposa y estoy dispuesto a sanarme y darle toda la felicidad que merece.

_ Comienza tu tratamiento y nos veremos cuando el profesional lo indique.

Ambos se abrazaron fuertemente, marchándose con lágrimas que no pude descifrar: amor, arrepentimiento, ímpetu de un cambio, perdón, fe, esperanza… Sólo el tiempo lo dirá.

Me quedé pensando: Hay situaciones conflictivas en una pareja, difícil de descifrar. Sólo hay una realidad: “En el amor no existen los porqués… que pueden ser en el futuro alentadoras o trágicas”.

El tiempo corre, la expectativa aumenta y la ansiedad no cesa. En cinco días es la celebración de nuestro matrimonio tan esperado. Hay alboroto, felicidad, sorpresas que Samuel está preparando, emociones compartidas con los familiares, amigos y el grupo tan unido de la obra “La vida es un teatro”.

Compartan conmigo ese día en el próximo capítulo, y la incertidumbre de si William (el payaso) y sus hijos estarán presentes.

Elizabeth, creación ficticia de Mercedes Davire de Llaver

 


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