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Actualizado el Jueves 07 de Setiembre de 2017


Vitivinicultura: "Hay Serios Problemas Estructurales"


Mauro Sosa, director ejecutivo del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, describe un panorama de uno de los sectores más castigados en los últimos años.

El sector vitivinícola atraviesa un presente negro. Ya cerraron más de cien bodegas, hay varias en oferta y a precios de remate. La producción y el consumo están en su punto más crítico. 

Para conocer en profundidad la coyuntura del scetor, dialogamos con Mauro Sosa, Director Ejecutivo del Centro de Viñateros y Bodegueros del este y uno de los grandes referentes de la industria en el plano local. "La inflación y un crónico déficit fiscal le quitan competitividad a cualquier economía", dispara Sosa, quien considera fundamental "detener la inflación, disminuir la presión tributaria, eliminar los derechos de exportación, abaratar fletes internos, firmar acuerdos comerciales y corregir las distorsiones para que ese crecimiento le llegue a toda la cadena".

Periodista: ¿Qué evaluación hacen de la cosecha de uvas 2017? 

Mauro Sosa:
 La producción fue baja; en Mendoza, un 45% menos respecto a una cosecha normal. La cosecha 2016 no es una referencia ya que fue la más baja en los últimos 56 años sin olvidar las cosechas 2009 y 2012. Hay serios problemas estructurales.

P.: ¿La disminución en la producción provocó aumento en los precios de la uva?

M.S.:
 Sí. Es la única razón por la que los precios pagados al productor/elaborador se han tonificado; mejora que se relativiza ante la merma de la cosecha y los altos costos de producción. 

P.: ¿La importación de vinos se encuadra en este contexto?

M.S.:
 En el mes de junio del 2016 las grandes bodegas alertaron que iban a importar vinos. En octubre comenzó la importación; hasta el día de hoy suman 65.000.000 litros de vino tinto chileno. Pero la razón de fondo de la importación fue una estrategia especulativa para desalentar el aumento de los precios. Lo demuestra que diciembre el INV informaba que se habían dejado de vender en el año 85.000.000 litros, razón por la cual volvía a estar en stock el volumen de vino que se había restado en la proyección de salidas.

P.: ¿Hubo quejas del sector de la producción? 

M.S.:
 Así es. El reclamo llegó a la Secretaria de Comercio de la Nación cuyo titular manifestó que el gobierno nacional no tenía intención de prohibir las importaciones. En Mendoza hubo iniciativas legislativas tendientes a disuadirlas vía aumento de impuestos, exigencias de etiquetados y pérdidas de beneficios fiscales vinculados al cumplimiento del porcentaje de diversificación de uvas a usos no vínicos. 

P.: ¿Cómo se vincula el concepto de importación con el cumplimiento de ese porcentaje? 

M.S.:
 El incumplimiento de ese porcentaje a mosto por parte de las bodegas acarrea el pago de una "multa" por quintal de uva vinificada, pero hay excepciones, y las bodegas que importaron vinos no podrían acceder a las mismas. Es una decisión que deberá tomar el gobierno de Mendoza según lo sugerido por la legislatura.

P.: A ver si lo entiendo. ¿Mientras se diversifica la uva para no hacer vino se importa de Chile?

M.S.
: Exacto. Es una paradoja que revela el sin sentido de mantener una política de diversificación que debió ser revisada hace más de 10 años por lo menos y que el interés de una parte del sector privado lo impide presionando a los gobiernos.

P.: ¿Esta incongruencia se le reprocha al gobierno de Macri?

M.S.:
 La política de diversificación es potestad de los gobiernos provinciales mientras que las importaciones de vino es un tema de competencia nacional. Hay que separar las responsabilidades y tratar de confluir en una política conjunta en resguardo de las economías regionales. El concepto de reciprocidad con Chile es débil para justificar las importaciones. 

P.: ¿No se ha podido hacer nada entonces para impedir el ingreso de vinos?

M.S.: 
No por el momento. Frente a esto le hemos solicitado al INV un celoso y estricto cumplimiento de la normativa vigente en materia de etiquetado y composición de los vinos con el fin de cuidar al consumidor y garantizar la competencia con las bodegas que no importan; competencia que aun así se resiente por la diferencia de obligaciones fiscales que enfrentan unas y otras. Además habrá que estar muy atentos a cómo se comportan los países productores que crecen y utilizan prácticas enológicas distintas al nuestro y que llegado el momento nos podrían vender sus vinos. 

P.: Recién habló de rentabilidad ¿La baja o nula rentabilidad a que responde? 

M.S.: 
Podemos señalar el bajo precio de la uva, del vino o el mosto pagados en plazos y condiciones abusivas, costos crecientes de producción y de elaboración más una presión tributaria excesiva. Bajos rendimientos por hectárea. Y como dato objetivo una concentración de la industria con características de posición dominante. 

P.: ¿Y esto Influye en los precios?

M.S.:
 A fin del año 2015 y tras 5 o 6 años de precios pisados, un litro de vino tinto se pagaba a $ 3,20; 6 meses después tras la escasa cosecha 2016 llegó a $ 12. Las bodegas dominantes en lugar de promediar anteriormente un precio a fin de mantener estabilizada toda la cadena privilegiaron la optimización de su ingreso produciendo una fractura en toda la estructura vitivinícola 

P.: ¿Cómo subsiste o subsistió la industria con baja rentabilidad e Inflación?

M.S.:
 Los sectores vulnerables subsisten en base a un "autoajuste": se invierte lo mínimo o nada, se difieren obligaciones, o se reducen o no se hacen los trabajos culturales. En el caso de la industria se busca la optimización de procesos o reducción de gastos y personal.

P.: ¿La reconversión hacia variedades de más alto rendimiento es una solución?

M.S.:
 La reconversión no es necesariamente sinónimo de rentabilidad; debe hacerse en tanto y en cuanto resuelva un problema y no genere otros. 

P.: ¿Cuántos productores vitícolas están o quedan en actividad en su provincia?

M.S.:
 Los registros indicaban oficialmente la presencia de 11.000 en Mendoza y alrededor de 16.000 en el país. Se calcula como abandonadas 5.000 hectáreas y se estima en 30.000 de un total provincial de 160.000 hectáreas en riesgo de no poder continuar, lo que implica un costo social impactante por la alta presencia de pequeños productores.

P.: Caída del consumo y baja rentabilidad es sinónimo de menos productores.

M.S.: 
Sí y menos bodegas. Un punto de caída en los litros per cápita implica 4.500 hectáreas que no tienen colocación.

P.: ¿Según las empresas el aumento de precios pagado al productor impacta en el consumo?

M.S.:
 Los vinos que representan casi el 80% del consumo nacional tienen un precio al consumidor de hasta $ 45; en este segmento el precio promedio pagado al productor por ese litro de vino envasado es de $ 10 pagado en el mercado de traslado de vinos ($ 7 el vino blanco y $ 12 el vino tinto). Entonces, bajar el precio pagado al productor/elaborador para "ayudar" a recuperar el consumo es una falacia. Recordemos que en el periodo 2010/2015 la variable de ajuste fue el precio del vino de traslado y sin embargo el consumo siguió en caída; de hecho y contradiciendo lo que dicen los grandes compradores, sus ventas en vino en cartón aumentaron en el mes de mayo y junio a pesar de "esos altos supuestos altos precios".

P.: Argentina llegó a consumir 90 litros per cápita. ¿Qué pasó?

M.S.:
 Cambios en los hábitos del consumidor; competencia de bebidas sustitutas alcohólicas y analcohólicas. A riesgo de caer en una simplificación podemos enumerar además: los casos que dañaron la imagen del vino y que obligó a cambiar hasta envases; la ley de fraccionamiento de vinos en origen ya que provocó que perdiéramos el vendedor de vinos en los grandes mercados y la consolidación de un proceso de concentración en el mercado doméstico y el exportador sin olvidar las políticas vitivinícolas equivocadas o sesgadas.

P.: ¿El Estado nunca intervino para corregir esas asimetrías?

M.S.:
 No como se esperaba. Los gobiernos anteriores sucumbieron a las presiones de quienes no compartían políticas de protección y estímulos a las pymes fraccionadoras que desaparecían por no poder competir; de haberlas apoyado se hubiese atenuado en parte el problema de la concentración; faltó coraje político o sobró complicidad. Consecuencia: un productor perjudicado en tanto cuenta con menos compradores en el mercado de traslado. 

P.: ¿Qué tipo de apoyo político o económico hubiese servido?

M.S.:
 Por ejemplo: Una reforma impositiva enfocada en las pymes, bajar costos laborales, financiamiento. Para el sector productor/elaborador una disminución del IVA en el mercado de traslado; en el caso de las pymes fraccionadoras de vino de consumo masivo apoyar una promoción especial de sus marcas más una política para la compra de insumos; de hecho se hizo la experiencia allá por el año 2010 y resultó satisfactoria pero a poco andar se cambiaron las condiciones y el programa se desnaturalizó. 

P.: Perdón, pero el vino como categoría hace promoción o ¿me equivoco?

M.S.:
 Hay una promoción genérica que no le ayuda concretamente en nada a las pymes fraccionadoras a pesar de que financian dicha promoción vía contribución a COVIAR; no se traduce en mayores ventas ni en mejores precios al resto de la cadena que también contribuye a financiar esa promoción. La mayoría de los industriales no la apoya. Los resultados están a la vista; cuando COVIAR comenzó a ejecutar el PEVI, el consumo per cápita era de 36 litros, hoy, 13 años después, es de 20 litros.

P.: ¿La apertura de nuevos mercados internacionales o consolidar los actuales es una alternativa?

M.S.:
 Sí. Para ello recuperar la competitividad es central. Hay que detener la inflación y disminuir la presión tributaria, eliminar los derechos de exportación, abaratar fletes internos, firmar acuerdos comerciales y corregir las distorsiones para que ese crecimiento le llegue a toda la cadena. El propio acuerdo del Mercosur requiere una revisión para que no sea un obstáculo por eso es alentador lo que sucedió en Mendoza en relación a la cumbre Mercosur.

Fuente: Ámbito Financiera por LEANDRO FERREYRA

 

 

 


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