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Actualizado el Jueves 15 de Diciembre de 2022


La despedida de una amigo que fue un gran SER HUMANO


Han pasado un montón de años y todavía está vigente el hasta luego, al amigo, al hermano, y por sobre todas las cosas a ese gran ser humano. El fin de semana pasado decidió dejar de lado las cosas de estos lugares y partir para disfrutar de otras formas, aunque los que permanecemos aquí extrañamos su presencia.

Fueron muchos las personas que sufrieron un intenso dolor por la ausencia de una GRAN tipo, pero también fuimos muchos los que disfrutamos de su humanidad, mientras estuvo.

Él intentó mostrar que era capaz, logró crear una empresa a partir de la voluntad. Se rompió el lomo y dejó la vida en el intento.

No lo conocí en su infancia, ni en su primera juventud, pero por lo que se, tuvo que ser un hombre antes de terminar de ser niño

Gustavo no era religioso pero tenía un profundo compromiso social y con la seguridad que no leyó La Torá, aplicó las enseñanzas milenarias que propician la solidaridad. ¿Si yo no hago por mí, quién hará por mí? Pero si hago sólo por mí ¿qué soy? Y si no ahora ¿cuándo?”

En la última comida que compartimos hablábamos sobre las cosas que uno consigue, lo difícil que es mantenerlas y la necesidad de la actualización permanente, todo esto a raíz de una nueva máquina que había incorporado a la imprenta. Por alguna razón que no alcanzo a comprender le pregunté ¿Qué se siente mirar al resto desde la cúspide?. Él me contestó “lo jodido es llegar, y mirar hacia abajo y no ver nada” ¿no te entiendo, has conseguido un montón de cosas, sos respetado por tus pares, tenés afectos… Él me contestó con una frase de Carl Gustav Jung -Lo peor que le puede ocurrir a cualquiera es que se le comprenda por completo-.

Cuando estaba a punto de escribir este relato encontré otra frase del Suizo “Solo aquellos árboles, cuyas raíces han tocado el infierno, pueden crecer hasta el cielo”.

Hoy imagino a mi amigo haciendo un corte de brazo a los miserables que sólo pensaron en perjudicarle, lo veo cagándose de risa de los que quisieron usufructuar de su esfuerzo. En sus 49 años vivió algo así como 98 años, el doble que otros que no conocieron de sus luchas por demostrar que era capaz de construir en terrenos que otros consideraban infértiles.

Venció al materialismo, después de edificar un pequeño gran imperio. Quisieron perjudicarlo y les demostró que no podían, que no lo doblegarían en sus luchas y prefirió partir.

En los años que compartimos algunos momentos me enseñó que se podía y les demostró a muchos que era posible. Los que sólo piensan en las cosas materiales no alcanzaron a entender que estaba para cosas más grandes, y que ahora tendrán que enfrentar la realidad sin su presencia.

Fue exigente, pero nunca pidió algo que él no pudiera hacer. Confió y lo decepcionaron, pero eso no lo doblegó. No era muy partidario de delegar y en algunos casos cuando lo hizo en favor de algún afecto trataron de sacarte ventajas, porque esos supuestos amigos no alcanzaron a comprender que sólo se trataba de plata. A pesar de esas experiencias volvió a apostar en distintos momentos y logró confirmar que a pesar de las miserias de algunas personas, existen otras por las que vale la pena jugarse.

Se tomó unas merecidas vacaciones y aquellos que cuestionaron sus métodos, ahora tendrán que enfrentarse con la realidad.

Se dio el gusto de cagarse en aquellas cosas que otros deseaban. Ahora se enfrentarán a la lucha cotidiana para la que no están preparados.

Algunos colaboradores se sentirán vacíos, algunos amigos lo extrañaremos, pero en definitiva cada uno tendrá que asumir su propio destino

Espero que los cuervos y los carroñeros no saquen provecho de sus afectos y de esa manera él estará haciendo lo que otras personas como Lisandro de la Torre o René Favaloro cuando decidieron partir para dejar a las generaciones futuras el mensaje humanista donde prevalece el esfuerzo antes que la especulación.

Luego de horas de una profunda tristeza recibí un mensaje de mi hija que decía: te quiero muchooooooooooo, inmediatamente le respondí: Lo sé pero me hace muyyyyyyyyyy bien que me lo digas. Eso fue quizás el disparador para volcar algunas de las sensaciones que siento por la partida de Gustavo.

En otro mensaje me escribieron RESIGNACIÓN y por eso la tristeza que transporto desde hace unos días se está convirtiendo en nostalgias de saber que no podré compartir esos momentos de prestarnos la oreja.

Intento decirle a mi amigo buen viaje, mientras trato de hacerles entender a los que sin conocerlo lo califican de cobarde o valiente, que no se trata de cobardía o valentía. Se trata para mí, de una mala decisión que tomó un ser querido.

Mi amigo no estaba deprimido, estuvo distraído tratando de agradar y de servir, y en ese intento dejó que sus energías se distribuyeran en cosas que, en oportunidades, las personas a las que estaban dirigidas esas acciones no estaban preparadas para recibirlas.

Mi amigo sabía que no tenía derecho a ser ignorante y por eso trató de ser el mejor en lo que hacía. Trató de ser parte de muchas cosas, pero no perdió de vista la realidad y por eso mientras otros veían dos cosas, él veía una, que generalmente era la verdadera. Pero no pudo contra los mediocres que sólo pretendían usufrutuar del esfuerzo que durante años él se fijó como una manera de vivir.

Fue un apasionado y en su intento se equivocó en reiteradas ocasiones, pero no se equivocó en la ardua tarea de vivir, que no es otra cosa que aprender a vivir en un mundo que no todo lo bueno es aceptado ni todo lo bueno tiene éxito.

Él vivió en soledad, pero una soledad que no eligió, sino una soledad que le impuso la vida, no eligió perder a su madre cuando era un niño pequeño. Le toco vivir rodeado de buenas personas que quizás no alcanzaron a comprender que él era una persona que necesariamente se tendría que equivocar para poder crecer.

En el tránsito de escasa existencia será recordado por su espíritu emprendedor, y pocos seremos los que entendimos que lo que hacía, lo hacía para que reconocieran que él era capaz de hacer lo que otros no habían podido. A él alguien o quizás la sociedad, o quizás los fantasmas de la historia le asignaron las tareas de ser emprendedor, de participar en una organización para proteger a los animales, de trabajar en el Club de Pesca de Junín para vencer el desierto en la costa del Carrizal, de mejorar la sociedad desde la política y en ese transitar se bancó a tránsfugas, especuladores.

Quizás todo eso fue limando su voluntad, y en algún momento pensó que su tarea estaba cumplida."Demostré que fui capaz, pero desde la cima miro hacia abajo y no veo nada.” me dijo

Gustavo Blanco con el director de la obra Ricardo Talento

Participó de la obra de teatro “El Fulgor Argentino Club Social y Deportivo” y comprendió que en las tablas se podía cambiar por algún momento el pensamiento generalizado de que todo vale. Fueron algunos días en que mi hermano, mi amigo vivió la magia de la ficción de la tablas.

Como artista, quizás su actuación fue histriónica pero fue auténtica porque él creyó que en la exageración de los movimientos estaba la clave para que muchos coterráneos despertaran de un largo letargo del que él nunca participó.

Fue parte y apoyó diferentes emprendimientos, como el del primer recital de rock en Junín, o llevar el teatro a las escuelas, o de apoyar a diferentes escritores en la publicación de sus obras. Él fue emprendedor y puso en la empresa su cuerpo, su juventud, su alma, su pasado, su presente y todas sus expectativas. No fue casualidad que en el transcurrir del tiempo y siendo un empresario brillante, venerado por muchos, admirado por otros tantos y envidiado por algunos, no hubiera perdido su inocencia y apostó a muchos proyectos sociales, políticos y comunitarios sin futuro alguno colaboró y fue protagonistas en emprendimientos que eran similares a un viaje a la luna desde la bicicleta del Cuchi Molina, pero lo hacía desde el convencimiento de que todos merecemos una oportunidad.

En su alma de niño que no fue nunca, buscó que las personas compartieran con él el hambre de dignidad con la que él creció y vivió durante este corto lapso de tiempo. Fracasó exitosamente en muchas oportunidades pero él sabía que en cada fracaso o intento fallido había intentado alguna cosa que otros nunca tendrían porque nunca se animaron a intentarlo. Y con sus fracasos a cuesta caminó haciendo cosas buenas.

Chau cabezón, chau Gustavo Blanco, chau hermano.

Carlos Fuertes para la Agencia Regional de Noticias

Nota de la redacción: Esta nota fue publicada en ARNDiario el 17 de setiembre de 2015

 

 


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