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Actualizado el Jueves 04 de Agosto de 2022


Festejos acompañados por medidas específicas


Transcurre la Semana Nacional del Bonarda y es bueno celebrarla honrando el trabajo de productores apasionados por la vitivinicultura y por esta variedad de uva caracterizada por su color rojo intenso. La opinión de Alejandro Belleville y Miguel Di Carlantonio

Semana del Bonarda: el Fondo para la Transformación recuerda sus líneas específicas de financiamiento

Transcurre la Semana Nacional del Bonarda y es bueno celebrarla honrando el trabajo de productores apasionados por la vitivinicultura y por esta variedad de uva caracterizada por su color rojo intenso.

Fuimos al encuentro de Miguel Di Carlantonio y Alejandro Belleville, quienes tienen en común historias de vida apasionantes, dignas de ser contadas, porque representan la cultura del esfuerzo que hizo grande a Mendoza.

Tanto Miguel como Alejandro encabezan emprendimientos familiares y resaltan que, en el proceso que llevaron adelante para desarrollar sus propiedades, el crédito tuvo un papel fundamental, por lo que destacan el rol de fomento del Fondo Provincial para la Transformación y el Crecimiento (FTyC).

“La vitivinicultura es una pasión”

Alejandro Belleville pertenece a la cuarta generación de una familia de raíces francesas. De su bisabuelo Augusto, originario de Burdeos, heredó el amor por la viña a tal punto, que hoy, siendo un médico anestesiólogo exitoso, no puede abandonarla.

Tiene una propiedad de 43 hectáreas sobre el carril Costa Canal Montecaseros de San Martín, donde aún produce algo de uvas mezcla, las que plantó su abuelo. Sin embargo, acorde con estos tiempos, hoy pone énfasis en los varietales malbec, cabernet y, obviamente, Bonarda. De la variedad insignia de su departamento resalta: “Mi papá, que era enólogo, siempre decía que la uva bonarda da muy buen color al vino, un muy buen rojo, que el bonarda tiene buen sabor y es rico para degustar”.

Alejandro se embala y, con nostalgia, cuenta su historia: “De niño vivía en la finca donde crecí y fui feliz. Hice el primario en la 242 de Alto Salvador y estudié la secundaria en la Escuela de Comercio de San Martín. Me recibí de médico en la Universidad Nacional de Córdoba. Mi papá me decía: ‘Tenés que estudiar, porque la vitivinicultura a veces está arriba y a veces abajo’. Es que veía que a los 14 años era loco por la viña. Hoy desarrollo mi profesión muy bien pero nunca pude abandonar la vitivinicultura, que es una pasión”.

Si habla de él, no puede dejar de evocar a sus antepasados: “En 1888, llegó a Argentina mi bisabuelo Augusto, que venía con su padres de Burdeos. Se radicaron en Cañada de Gómez, Santa Fe. Pero su papá falleció y querían volver a Francia. Como no tenían plata, les dijeron que había un lugar llamado Mendoza donde se daba muy bien la viña. Así empezó nuestra historia”.

La producción de su finca tiene como destino la bodega que comparte con su mamá. “Los vinos que elaboramos van a traslado pero estamos en un proyecto de fraccionamiento en damajuanas. La idea es insertarnos de a poco en la comercialización, incluso con botellas”, señaló Alejandro, con un tono de voz firme que representa cabalmente su espíritu emprendedor.

Ya para despedirse, resalta el papel importante que siempre tuvo el FTyC en el desarrollo de su finca. “Los créditos blandos que adquirimos siempre fueron para cosecha y acarreo. Me ayudaron a crecer, porque el fondo te asiste cuando más lo necesitas: cuando hay que levantar la producción, que es cuando más gastos hay”.

Producción orgánica

Miguel Di Carlantonio es hijo de un contratista de viña y hoy tiene una finca en calle Las Trincheras de Santa Rosa que la desarrolla con su familia desde 1987, cuando adquirió 5 hectáreas. Tras sucesivas ampliaciones, actualmente tiene una superficie de 30 hectáreas.

El santarrosino contó que su “camino productivo empezó con 5 hectáreas, donde implantamos uvas bonarda, tempranillo y chenin. Con el transcurso del tiempo compramos 10 hectáreas más, donde plantamos un cuartel más de bonarda, más otro de cabernet sauvignon y, por último, otro de syrah y malbec”.

La familia Di Carlantonio se dedica a la producción orgánica y sus uvas se destinan a la elaboración de vinos en la Bodega Laiana de Francisco Lipari. Al respecto, Miguel señaló: “Siempre estuvimos interesados en elaborar productos orgánicos. Por ello, contamos con certificación para poder comercializar. Con Francisco comenzamos una relación hace 25 años aproximadamente, en una reunión de productos orgánicos. Desde ese momento, transitamos un camino juntos porque su ambición era tener una pequeña bodega orgánica. Elaboramos vinos bonarda, malbec, cabernet franc, cabernet sauvignon, syrah, tempranillo y chenin. Nuestros productos se comercializan así: una pequeña parte se envasa y vende a mercado interno y otra parte se vende a granel a la bodega Domaine Bousquet, la cual seguramente exporta”.

Di Carlantonio subrayó el papel fundamental que siempre tuvo el FTyC en la historia de su emprendimiento. “En 1999 recibimos un crédito para colocar 5 hectáreas de malla antigranizo. En esa época, compramos dos terrenos baldíos donde plantamos vides hasta completar 15 hectáreas. En ese período se recibió otro crédito para capital de trabajo y, finalmente adquirimos, a través de mi hijo Luciano, un terreno semi-abandonado de 15 hectáreas con uvas mezcla y un parral de bonarda, para totalizar 30 hectáreas. Recientemente, recibimos un crédito de 2 millones de pesos para comprar un tractor”.

El santarrosino destacó que el “fondo fue de mucha ayuda” para el desarrollo de los proyectos de su familia, porque los productores pymes no siempre pueden invertir con la renta anual que tienen. “Por sus tasas accesibles, el fondo es una de las mejores herramientas que tenemos los productores”, afirmó Di Carlantonio. Y concluyó que, por la crisis hídrica provincial, piensa tomar un crédito más para instalar en su finca riego por goteo.

Junto a los productores

El FTyC ofrece siete líneas para los agricultores: Inversión, Capital de Trabajo, Capital de Trabajo por Contingencias Climáticas, Malla Antigranizo, Eficiencia Hídrica, Eficiencia Hídrica contra Heladas y Electrificación Rural.

La tasa de interés para estos créditos parte del 18,18% anual.

Las garantías pueden ser prendarias, hipotecarias o aval de Sociedad de Garantía Recíproca (SGR). Asimismo, en todas las operatorias existe la posibilidad de solicitar hasta 750 mil pesos con un garante propietario o con bono de sueldo.

En cuanto a la devolución, en las líneas Inversión, Malla Antigranizo y Electrificación Rural es de 5 años, incluido uno de gracia. En el caso Capital de Trabajo, el reintegro es en 15 meses, incluidos 6 de gracia, y en la de Capital de Trabajo por Contingencias Climáticas, de 21 meses, incluidos 12 de gracia. El plazo en las operatorias Eficiencia Hídrica y Eficiencia Hídrica contra Heladas es de hasta 10 años, con hasta dos de gracia.

Tramitación rápida, ágil y segura

En este enlace tenés todos los detalles de las líneas. Además, podés recibir asesoramiento por WhatsApp para tramitar el crédito de manera sencilla, rápida y sin riesgos.

También podés acudir a la Sede Central del FTyC, en 9 de Julio 1257, primer piso, Ciudad, o a las delegaciones del interior.

Festejos

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