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Actualizado el Lunes 13 de Mayo de 2024


Después de la Tormenta de Santa Rosa, Sergio Salgado cuenta sus días en la cárcel


El ex intendente de Santa Rosa admitió sus delitos administrativos. Criticó a algunos peronistas y a Flor Destéfanis. La vida desde adentro y su plan para cuando salga

Sergio Salgado, ex intendente de Santa Rosa, está preso en la cárcel de San Felipe. Fue condenado por administración fraudulenta y amenazas. Emitió 486 cheques sin fondo y lo acepta. Dice que cometió varios errores y que está seguro de que su historia le hizo daño al peronismo. "Pero ojo, otros le hicieron mucho más daño y ahí andan, paseándose de traje y corbata", golpea. Criticó a la intendenta Flor Destéfanis y contó cuánto se sufre el encierro. Pidió mejorar las políticas de reinserción.

Jueves 2 de mayo a eso de las tres de la tarde. El alto murallón de San Felipe se corta en una puerta muy pequeña de metal oscuro, casi a mitad de toda la cuadra que ocupa el frente de la prisión. Esa puerta la abre una oficial penitenciaria bajita, que sabe a qué venimos y nos deja pasar. Esperamos unos segundos antes de que nos hagan una requisa breve, a cargo de otros dos efectivos que esperaban del lado de adentro.

Uno se saca todo lo que tiene en los bolsillos y lo deja en una mesa -previamente se aseguró de no llevar más que un cuaderno y una lapicera-. Lo revisan bien, al igual que al camarógrafo, y pasamos los dos. Se abren dos portones con pasadores antes de dar a un patio. Ahí, sentados en el césped, en el arranque de una tarde soleada y muy fría, nos va a recibir Salgado.

Aunque es la siesta, no paran de escucharse gritos que vienen desde atrás de una tela de alambre, en otro sector de la prisión. Son de un interno que, o está muy enojado o simplemente se está divirtiendo. Quizás ambas cosas.

"Eso es el RIF. Resguardo de Integridad Física", nos explican. "Son bastante complicaditos; por eso sólo se entienden entre ellos mismos". El oficial sonríe.

Salgado no viene de ahí, sino del Pabellón 6, que comparte con otros "famosos" como su excolega Luis Lobos. Lo acompañan dos efectivos que lo tratan con bastante cariño -es lo primero que llama la atención- y él les sonríe antes de que lo dejen mano a mano con nosotros.

"Esto antes no era tan bonito, eh. Cambió muchísimo. Era feo", dice. También aclara que si estamos junto a él con una cámara de televisión en la mano, es porque se lo había "prometido a un amigo".

La entrevista con Sergio Salgado

- Antes que nada, quisiera saber por qué aceptaste darnos un rato de tu tiempo. Qué es lo que más tenés ganas de contar.

- Bueno, buenas tardes. A mí me interesa hablar del después. De lo que pasa cuando uno se va de este lugar. Estoy preocupado, y creo que el Gobierno y las autoridades en general también deben preocuparse más, por qué pasa cuando uno deja la cárcel. Hay mucha gente que sale sin nada, hasta sin familia, porque algunos pasan muchos años y entonces ya se quedan sin nadie. Vos ves a los que se van sin nada y muchos al tiempito vuelven por eso. No es una justificación, pero a veces parece que no les queda otra.

- ¿Lo has visto mucho eso? ¿Lo ves acá entre tus compañeros?

- Pero claro. Quince días. Te saludan felices por que se van a la calle y a los quince días, dos semanas, los volvés a ver. Te los cruzás en la canchita de fútbol o los ves en otro módulo, pero sabés que volvieron para acá.

- ¿Y vos? ¿Tu vida cómo va a ser cuando salgas?

- Y, como estaba hace casi dos años. Trabajando en la finca de mi familia, ordenando todo. A mí me encanta trabajar; siempre lo hice: en la finca, la conducción, la política. Siempre he sido dedicado, soy bastante obsesivo en el trabajo. Así que eso, volveré a casa y trataré de reencaminar todo, porque para mi familia no ha sido fácil este tiempo sin que yo esté allá. Tratar de volver a acomodar todo como estaba.

- Recién me decías que el día más duro para vos es cuando te vienen a visitar. ¿Por qué?

- Sí, es el día más complejo. El más duro, porque uno tiene que poner cara de que estás contento. Y a veces no estás contento, por supuesto. O saber que los van a revisar. Es muy feo saber que van a revisar a tu familia por si traen algo indebido. Y después es compartir dos o tres horitas, un mate, una charla. Y lo más complicado viene ahí. La despedida. Es muy bravo; los ves desde atrás de una tela, que se van y vos tenés que volver al módulo, pero sabés que no los volvés a ver por quince días más o un mes.

- ¿Lograste en algún momento anestesiar un poco de tristeza? ¿O estás igual que al principio?

- No, es que no sé si siento tristeza. Sí es triste cuando han pasado cosas en tu casa o cuando alguien está enfermo, porque estando acá no podés hacer nada. A mí gracias a Dios no me tocó perder a nadie estando acá, pero he visto a gente que sí y la verdad debe ser tremendo. Acá imaginate tener a tu viejo o un hijo enfermos. Es la impotencia total, porque no podés hacer nada.

- Todos conocemos o creemos conocer tu historia. Contanos vos por qué estás acá.

- Cometí errores. Muchos. Cientos de errores administrativos. A veces forzados por la cuestión económica, porque no había plata para pagar sueldos. Y bueno, eso llevó a tomar decisiones: pedir créditos con cheques, concretamente, que después no los podíamos pagar. Pero teníamos convenios que no nos pagaron también; hubo obras enteras que no nos pagaron. Y después a la otra gestión mágicamente sí apareció la plata. Pero bueno, yo lo tomo como una cuestión política a eso. Yo te comentaba que no quiero hablar mucho de la causa porque es algo ya pasado. Ahora espero que se resuelva en la Nación, que lo hemos pedido. Si Dios quiere, que salga a favor y poderme ir a mi casa. Y si no ocurre, bueno, cumpliré el régimen progresivo de la pena, ya lo tengo asumido y mi familia también. Aunque a veces es difícil: me preguntan cuánto me falta todo el tiempo.

- ¿Quién te pregunta?

- Y, mi papá. Mi papá es el que más. "¿Cuánto falta, Sergio? ¿Cuánto falta?", cada vez que hablamos. Hace 21 años que sufre depresión. Una depresión fuerte, y es difícil sobrellevarlo. Cuando se muere mi hija más grande, en el 2003, eso fue un golpe muy duro para él y eso terminó de voltearlo, porque veníamos del 2001, de perder mucho.

- ¿Y lo tuyo? ¿Cómo le pegó?

- Y lo mío... bueno, él ya venía con depresión. Es un golpe fuerte, pero lo llevamos. Porque, ¿sabés cuál es mi tranquilidad? Que en Santa Rosa me conocen y conocen a mi familia. En el 2015, que ya había quilombo, ganamos todas las elecciones. Las cinco, porque estuvo desdoblado y de hecho, por ese desdoblamiento fue todo el quilombo, con Presidencia y con el gobernador de ese entonces. Ganamos PASO y las generales.

- Vos asegurás que no robaste nada.

- Nada. Es que no hay ni una causa que diga que yo me llevé nada a mi casa. Miren todo el expediente y van a ver que nadie me acusa de llevarme ni cinco pesos.

- De toda la clase política a la que le apuntás, ¿quién es el que te jugó más en contra?

- No, ya no tiene sentido decir nombres. Ha pasado tiempo y además mucha gente lo sabe. ¿Y sabés qué? Yo tengo confianza de que todavía quedan cosas que van a salir a la luz...

- ¿Sentís que lo que pasó con vos, tan cercano a lo de Lobos también aunque sea algo distinto, le hizo daño al peronismo?

- Seguramente; seguramente que sí. Igual creo que hay otros que le han hecho mucho más daño y los ves por ahí de traje y corbata.

- Pero vos sentís que sí le hiciste daño.

- Seguramente sí, claro. Fue muy mediático. Después la Corte me dio la libertad, porque había sido mal hecho el proceso. Pero bueno, ya era tarde. Y lo que te digo de los que andan de traje, es así. Cosas de la vida. No va cambiar, es normal.

La vida en San Felipe

- Decías que querías conversar con nosotros para mostrar la vida en San Felipe. Contanos qué hacés acá adentro.

- Bueno, acá se hace lo que se puede con los recursos que hay. Y la verdad es que debo decir que demasiado se hace, porque acá tenemos de todo. El que no terminó la primaria, acá tiene primaria. El que no terminó la secundaria, acá puede hacerlo. Tenemos CCT, que son Centros de Capacitación para el Trabajo, con carpintería, herrería, textil, peluquería. Tenés talleres autogestionados, que significa que dependen de nosotros mismos, los internos. Y ahí se hacen mochilas, materos, ropa, todas esas cosas.

- ¿Y vos estás participando de todo eso?

- Claro, de algunas cosas. A coser no, porque no es lo mío y no quise. Me joden para que me sume, pero ya veo que rompo una máquina e imaginate: romper una máquina acá adentro es complicado. Antes de mandarme una macana, prefiero cortar tela. Corto con los moldes. Está bueno todo eso. Genera trabajo, y salir del módulo es importante.

- Ya salir del módulo es algo, digamos.

- No, algo no. Es un montón salir del módulo. Es salir del encierro, de las rejas. De estar sin tener nada para hacer. Yo el año pasado terminé soldadura de primer nivel y carpintería. Ahora estoy en segundo de soldadura.

- ¿Este lugar es como te lo imaginabas?

- No, para nada. Nunca había entrado. Lo ves en las películas, nada más. Pero de todos modos hay películas o series que son demasiado extremas; tampoco es tan así esto.

- ¿No has tenido problemas con nadie?

- No. Nunca. O sea, discusiones, sí, pero todo normal, digamos. Cosas de adultos. Sobre política charlamos bastante y discutimos mucho.

- ¿Ah, se habla mucho de política acá?

- Puf. Muchísimo.

- ¿Hay mileistas?

- Un montón, claro. Discutimos todo el tiempo.

- ¿Y peronistas que te reclamen?

- Mmm. No, que me reclamen no, pero sí hacemos mucha autocrítica. Hay uno que es fanático, pero fanático mal. Se va a reir cuando vea la nota.

- ¿Y vos cómo quedaste con el peronismo?

- Yo con el peronismo estoy siempre bien. Después hay algunos peronistas con los que no tanto.

- A ver, de Cristina, habiendo pasado tanto tiempo, qué pensás.

- Es una gran dirigente e hizo grandes cosas. Con ella en Santa Rosa hicimos mucho. Muchas cosas que jamás se habían hecho en el departamento ni se van a hacer. A nivel educativo, escuelas, institutos. Algunas cosas las sacaron, como el Instituto de Policía. Antes podías estudiar para ser oficial de la fuerza en Santa Rosa y eso ya no está más.

- ¿Destéfanis?

- La conocí como reina de la Vendimia en 2010 y después ella fue funcionaria con Paco Pérez. No me gusta su gestión. No es peronismo lo que hace.

- ¿No es peronismo?

- No, claro que no. Meter a toda tu familia adentro no es peronismo. Y la diferencia que hay, ¿no? A mí de Santa Rosa nadie me va a contar nada porque yo nací en Santa Rosa. La brecha que hay entre el intendente y un funcionario de Clase 3, que debe estar cobrando 80 lucas, es de 20 sueldos. Tener una mansión y que el otro viva en un rancho, porque de alquilar ni hablemos, esa brecha para mí no es peronismo.

- Te quería hacer unas más de la vida acá adentro. ¿Te acordás del momento en que pensaste "la puta madre, voy a ir preso"?

- Si, un poco sí, cuando me entregué. Que decían que estaba prófugo, pero nunca estuve prófugo. Había pedido el período de sostenimiento de la libertad. Y un lunes salgo de San Martín a las tres de la tarde y me llaman para decirme que había una orden de detención. Me entregué en La Colmena, en calle Belgrano. Estuve un día ahí y de ahí vine acá al 6B. Entré por esa puerta (señala el portón por donde entramos), era tarde noche. Y fue tremendo.

- Y tener que decirle a tu familia que estabas preso.

- Imaginate. Aparte llegué con todos los miedos. Esposado, sólo con dos compañeros. Todos re asustados, con lágrimas en los ojos. Aparte, como te digo, esto no era como ahora. Era todo tela; me acuerdo que pasamos por acá, y había un gordo, un gordo, gordo; y se para en la tela de la canchita de fútbol y me hacía señas, me decía que me iban a matar. Era todo chiste al final, pero yo tenía un susto tremendo.

- (Risas) ¿Y ahí qué haces? ¿Mirás para abajo, lo enfrentas, qué se hace?

- Y nada, que vas a decir, pensas: y bueno me van a matar, qué se yo. Después el gordo entra y me dice que me estaban jodiendo nomás. Y me acuerdo de que me convidó un jabón, que yo no tenía nada. Nos hicimos muy amigos. Él ya está en libertad.

- ¿Y esa primera noche?

- Vos sabés que dormí bien. Me tocó en la celda con dos personas grandes. En ese momento había gente muy grande, por delitos de lesa humanidad. Y uno tenía 78 y otro la edad de mi papá. Entonces yo llegué con mi colchón a la celda, para ponerla en el camastro y no sabía qué me iba a encontrar. Y uno de los viejitos me da la mano y me dice: "Bienvenido Sergio, te estábamos esperando". Y, no me olvido más, me dieron un tazón de té que era como un litro. Ese té con dos tortitas, y yo no había comido nada. Ahí bajé como 50 cambios.

- ¿Te dio vergüenza estar preso?

- No. Nunca. No porque yo estoy tranquilo. Cuando salí hice vida normal. Como no me llevé nada... Me equivoqué un montón de veces, eso sí. Y ya lo dije. Pero otros se equivocaron tanto, tantísimo más y ahí andan, lo más panchos...

- Cerremos como arrancamos. Decís que no se le da toda la bola posible a la gente que sale de acá. ¿Quién sí le da bola? O qué se puede hacer...

- Bueno, yo lo he escuchado por ejemplo al juez Sebastián Sarmiento. Me gusta mucho lo que él dice. Tiene que haber un enlace entre este lugar y el afuera. Yo voy a zafar, porque salgo y tengo la finca, que se sufre pero bueno, llegás a fin de mes. Pero, ¿y el que no tiene nada? ¿El que se quedó hasta sin familia porque estuvo acá 20 años? ¿A dónde te crees que va ese primer día que sale? No tiene nada de nada.

- Bueno, entonces qué se hace.

- Y bueno, si aprendés un oficio, hay que hacer un seguimiento para que vos lo puedas llevar a la práctica. Que una empresa te pueda tomar y que no tengas la cruz en la frente de "este estuvo en cana".

- Pero es un tema social, no del Gobierno. Es la gente la que te hace la cruz.

- Bueno, eso tiene que cambiar. Sino siempre vamos a estar peor. A mí también me cambió la mirada que tenía sobre estar preso y este lugar. La Justicia debe cambiar: si te dan la oportunidad de salir y hacer algo de tu vida y vos no la aprovechás, entonces que te den una pena más fuerte. Pero si no, hay que trabajar en que se pueda hacer algo más. Eso quiero: una oportunidad más para el que viene de estar preso.

- ¿Cuánto creés que te queda acá adentro?

- Bueno, estamos apuntando a cumplir el régimen progresivo de la pena. Vos de acuerdo a tu comportamiento tenés calificaciones, es como una libreta de la escuela. Vas subiendo hasta poder pedir beneficios: salidas transitorias, luego la libertad condicional y luego salir, cuando cumplís la condena. Nosotros ya hemos pedido el primer beneficio, así que espero que sea en unos meses.

- ¿Además de ver a tus viejos y tus hijas qué querés hacer cuando salgas?

- No... qué se yo. De todo. Acá valoras hasta un mate o una charla. Eso a lo que tantas veces, cuando estás afuera, no le das bola o decís que tenés que hacer algo más importante.... Bueno, acá te cambia la cabeza. Sabés lo que daría por tomar un mate, por estar con mis sobrinos, que hace años que no los puedo ver. Lo dejo en eso sólo: un mate con la gente que quiero. Con un mate con ellos, me conformo.

Por Julián Imazioimazio.julian@grupoamerica.com.ar

Fuente: Diario UNO


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